Yo, aun que no creo en las adivinas y solo fui para acompañar, decidí apartar a mi hijo Pablo de la naturaleza. Le dije que la tala de árboles estaba controlada.
A Pablo no le interesó nada el ecologismo hasta veintitrés años después en que vio un anuncio de Green Peace que contradecía todo lo que yo le había dicho. Hasta este momento todo se había cumplido. Pablo era el más trabajador de mis tres hijos, y este año iba a acabar la carrera de medicina con sobresaliente. Pasó un año más y se unió a Green Peace.
Empezó a hacer pequeñas manifestaciones para salvar bosques. Después pasó a hacer cosas más raras, por ejemplo durante dos semanas hizo una huelga de hambre. Después de la huelga, se hizo, totalmente vegetariano. El 21 de marzo de 2036 faltaban tres días para que ocurriera ese hecho y para saber si la adivina había tenido razón.
Habían pasado ya los tres días y mi hijo me había dicho que había salido a comprar. A los tres
cuartos de hora, extrañado de que no viniera, encendí a la televisión y le vi. Estaba ya malherido tras haberse caído de un árbol. A las 23:59 murió. La adivina tenía razón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario