Había una vez una manada de elefantes. Era una manada pequeña, pero vivían felices. Ellos se desplazaban de un lago a otro, comían y cuando quedaba poco alimento se iban. Pero un día un gran grupo de cazadores ilegales les intentaron rodear. Tenían todoterrenos limpios como si se los acabasen de comprar. Rodearon a casi todo el grupo. Huyeron más o menos diez pero solo una cría.
Escapó con sus dos padres ya que cuando les rodearon estaban bebiendo agua en un lago un poco más atrás. Cuando volvían, los otros elefantes que escaparon les avisaron de que habían capturado al resto de la manada, y les habían asesinado. Pasó una semana y el mismo grupo de cazadores ilegales les intentó cazar. Como eran pocos pensaron que ya no hacía falta llevar a tantos cazadores y con los que iban no fueron capaces de rodearles y les tuvieron que perseguir. La cría advirtió que ya no les perseguían, la madre se dio cuenta de que habían capturado al resto y pararon en una charca a beber agua. Más tarde corrieron para alejarse más.
Vieron que había personas siguiéndoles, no estaban armados. Aun así corrieron, sin darse cuenta volvieron marcha atrás y les cazaron con sedantes. Resultó que las personas que vieron antes eran policías. Asó que detuvieron a los cazadores y les liberaron. También buscaron al resto del grupo y liberaron a todos los que seguían vivos. Cuando pasó el susto volvieron a ser una manada triste y feliz.
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